Cadena de frío: cómo mantener productos perecederos en condiciones óptimas


En el comercio exterior y la logística nacional, la cadena de frío es un pilar para garantizar que productos sensibles —como alimentos, fármacos y flores— lleguen en condiciones óptimas desde el productor hasta el consumidor final. Un error en la temperatura, por mínimo que parezca, puede traducirse en pérdidas económicas, riesgos sanitarios o incluso sanciones legales.

¿Qué es la cadena de frío?

La cadena de frío es un sistema de conservación que mantiene la temperatura controlada en toda la ruta logística de un producto, desde su origen hasta el destino. Inicia en la producción, sigue en el transporte, pasa por almacenajes intermedios y finaliza en el punto de venta o consumo.

Retos principales

  1. Variaciones de temperatura durante la carga y descarga.
  2. Largos trayectos internacionales donde intervienen múltiples actores.
  3. Fallas en equipos de refrigeración que no se detectan a tiempo.
  4. Regulaciones sanitarias estrictas, sobre todo en alimentos y medicamentos.

Ejemplo práctico

Un embarque de vacunas requiere mantenerse entre 2°C y 8°C. Si el contenedor sufre un retraso en aduana y no cuenta con respaldo energético, la carga puede perderse por completo. Lo mismo sucede con exportaciones de aguacate o berries hacia EE.UU., donde un solo error puede echar a perder toneladas de producto.

Estrategias para mantener la cadena de frío

  • Uso de sensores y monitoreo IoT para controlar la temperatura en tiempo real.

  • Capacitación del personal en manipulación de productos perecederos.

  • Embalajes especializados, como cajas aislantes y geles refrigerantes.

  • Rutas logísticas eficientes que reduzcan tiempos de tránsito.

  • Planes de contingencia ante retrasos o fallas de equipo.

Beneficios de una cadena de frío bien gestionada

  • Garantía de calidad y frescura.

  • Cumplimiento normativo en mercados internacionales.

  • Reducción de mermas y costos por devoluciones.

  • Generación de confianza en clientes y consumidores.

En conclusión, la cadena de frío no es un gasto, sino una inversión estratégica que asegura competitividad en sectores donde la calidad es el factor decisivo.

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